viernes, julio 24, 2009

Namae Janai




Próximamente estrenaremos esta novela, que todavía estamos corrigiendo. A los más veteranos les sonará, claro está, pero os recordamos que está reescrita con la idea original, arreglada porque tenía ciertos problemas y personajes nuevos, como es lógico, ya que ahora es una novela de PsychoBrain



http://www.psychobrainyaoi.com/novelas_yaoi_psychobrain6.htm

Genero:

Detectives, policiaco, crímenes, yaoi, romance, drama, lemon, misterio, sadismo, asesinos, incesto, gore, experiencias sobrenaturales.

Argumento:

Todo comenzó supuestamente con el extraño asesinato del gobernador Adler, perpretado una noche, en una casa protegida y llena de personas, de las cuales nadie escuchó ni vio absolutamente nada. Pero esto es una mentira, en realidad todo empezó mucho antes, años atrás, por debajo de todas las apariencias. La sombra que se extiende ahora sobre la familia Adler no es sólo la sombra de su padre.

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Precuela de (Anterior a) Requiem Aeternum. Si leísteis esta, os la recomiendo con mayor motivo : D

Para quien no lo sepa...

Namae Janai fue una novela que escribimos hace mucho tiempo en Legado yaoi, con personas que no formaban parte del grupo, y que no disponían del tiempo o de la seriedad necesarias para escribir. Eso y otras cosas, provocaron que esa novela se estropease y tuviese muchas incongruencias. Ahora la hemos reescrito y arreglado. La trama de esta novela era mía, así que, no supone ningún problema el que la hayamos reescrito. Por supuesto ha sido cambiada para adaptarla a Psychobrain con nuestras propias ideas.

Algunos personajes ya no están, y otros han sido suprimidos y reemplazados por personajes complétamente distintos que cumplen las mismas funciones necesarias para la historia (policia, hermano mediano).

Y nada más! Sólo que espero que os guste y que disfrutéis como siempre.

Capítulo 1
Welcome home


9 de Septiembre, martes.
Tarde. Clínica psiquiátrica Sakura.

Ya le parecía que se había ausentado por años. Siempre era así, a pesar de todo, era el único lugar que lo hacía sentir completamente cómodo. Sus ojos grises estudiaron la tan conocida y familiar fachada del edificio, antes de entrar al mismo, aproximándose a la recepción. Se inclinó sobre la mesa, sonriendo ligeramente.

–Puede decirle al doctor Oshitari que el hijo del gobernador ha venido a verlo... –anunció, ya anticipando la cara con la que lo recibiría.

–Sí, un momento –la chica que le atendía, (que no lo conocía de nada, pero se había sorprendido bastante por esa descripción), se retiró de forma presurosa por detrás del mostrador, dirigiéndose hacia el despacho del director de la clínica.

Llamó dos veces, antes de que el moreno que estaba en el interior se decidiese a contestar, ya que en ese mismo momento se estaba preparando un cigarro.

–Pasa –la invitó desde su sillón tras la mesa del despacho, pasando la lengua por el papel de fumar para humedecerlo.

–Disculpe, doctor Keigo, hay un chico ahí afuera, que dice ser el hijo del gobernador. ¿Es un paciente? –le preguntó algo azorada. Lo cierto es que aquel doctor japonés, le ponía un poco nerviosa.

–Sí, un paciente. Dígale que pase, por favor –encendió el cigarro, esperando a que se retirase para levantarse. Respiró profundamente mientras encendía el cigarro, cerrándose un poco el yukata, ya que lo llevaba muy abierto en el pecho, y sonriendo un poco mientras miraba al exterior.

–Si me acompaña –le dijo la enfermera al regresar junto al supuesto paciente, sonriendo un poco, como comprensiva.

–Claro... –asintió el chico, sujetando la maleta de mano que llevaba y siguiéndola de manera alegre hasta llegar a aquella oficina, aunque había notado su sonrisa. Seguramente ahora pensaba que estaba medio loco.

–Con permiso –anunció la chica, haciéndose a un lado para dejarle pasar.

–Doctor Oshitari... ¿Es así como recibe a sus pacientes más importantes? –lo saludó el chico, sonriendo abiertamente ahora.

La chica se retiró, cerrando la puerta despacio, mientras adentro el doctor se giraba hacia el recién llegado.

–Sí, es así, en mi despacho. ¿Pensabas que iba a saludarlos con una reverencia? –le preguntó, esbozando una sonrisa sarcástica –¿A qué se debe el honor?

–Pensé que creerías que era otra persona... –se dejó caer en el sillón, claramente decepcionado, aunque sonriendo nuevamente –. Acabo de regresar...

–¿Vas a quedarte por una temporada? Tu madre está sola... –se quejó, ahora serio, abriendo un poco la ventana y sentándose después frente a él, con una pierna cruzada sobre la otra y el tobillo sobre la rodilla, al parecer sin importarle mostrar hasta el hígado –. Tu hermano directamente se anuncia como Adan Adler –le mencionó de pronto, recordando lo primero que le había dicho el chico.

Ryosuke suspiró, aún sonriendo, aunque su mirada ya no era tan alegre.

–No puedo evitar estos viajes, son cosas del trabajo –murmuró como si le hubiera reñido, mirándose las manos luego –. Vine apenas me bajé del avión.

–Son cosas del trabajo, ya he escuchado esa cantinela en boca de otros... La verdad, me cansa, ¿no te cansa a ti? –le preguntó con segundas, molesto de todos modos, aunque tal vez estaba siendo un poco duro de más –¿Fuiste a ver a tu hermano?

–Claro, sólo por unos días –alzó la mirada de nuevo, frunciendo un poco el ceño, era un gruñón –. No es como que descuide a mi familia... Sólo fue un viaje.

El moreno se llevó el cigarro a los labios, esbozando una sonrisa extraña mientras lo miraba, pero es que la palabra familia le parecía algo graciosa en aquella circunstancia.

–Te he preguntado si vas a quedarte una temporada.

–Que sí, también tengo trabajo aquí, pero... no me quedo sólo por eso –le aclaró, por si le soltaba otra indirecta directa –. ¿No me has echado de menos ni un poquito?

El doctor movió un poco la pierna que tenía apoyada, tocándose la rodilla con la mano que sujetaba el cigarro, sin dejar de mirarlo a los ojos.

–¿Me has echado tú de menos? –le preguntó serio, llevándose el cigarro a los labios después –Has regresado en temporada de elecciones, ¿es para “ayudar” a tu padre?

Ryosuke se rio, negando con la cabeza

–Yo no sé nada de política, sólo reporto lo que averiguo... –se encogió de hombros, buscando en la maleta y sacando una pequeña caja, lanzándola con suavidad hacia el doctor –. Un regalo.

–Gracias –Oshitari lo desenvolvió con cuidado, observando el cenicero pintado a mano. Se subió un poco las gafas, observando en detalle los dibujos en el mismo –. Creí que no te gustaba que fumase tanto. ¿O es con segundas intenciones, para que apague los cigarros? –se lo apoyó sobre la pierna, dejando caer la ceniza en el mismo.

–Es para que no dejes un rastro por lo menos. O Hansel y Gretel te encontrarán –sonrió, añadiendo luego –. ¿Cuándo dejarás de fumar?

–Cuando muera, no falta tanto, espero que sepas esperar –bromeó fúnebremente, llevándose el cigarro a los labios otra vez, sin un atisbo de sonrisa.

–Eso me hace querer apagarlo –el chico frunció el ceño, siguiendo el humo con la mirada y apoyando el rostro en sus manos.

–¿Lo has visto en las noticias? A tu hermano...Tu padre es un hombre tan ocupado que a veces no puede dar algunos discursos... –comentó con algo de malicia –, entonces envía a su clon para que lo haga por él.

El leve atisbo de sonrisa que aún se dibujaba en el rostro de Ryosuke, desapareció por completo, haciéndose más pronunciada la línea en su entrecejo.

–No, procuro evitar las cosas que me causan indigestión –contestó, a pesar de que era parte de su trabajo el estar enterado de esas cosas.

Oshitari se rio un poco, aunque no felizmente, apoyándose en los reposabrazos. La verdad es que jamás se había llevado bien con Adan, a pesar de que podía comprender ciertas cosas, no soportaba esa forma de ser.

–Tu hermano es un triunfador, un soltero de oro, deberías ver qué cara tan feliz tiene. Se le nota que es afortunado –le dijo con ironía.

–Sí, muy afortunado, si es que debería ir a felicitarlo... –refunfuñó Ryosuke, bajando la cabeza con un resoplido –. A veces no lo reconozco.

El doctor se llevó el cigarro a los labios de nuevo, sacudiendo después la ceniza y mirándolo a los ojos.

–¿Ya tienes un lugar para quedarte?

–Sí, todavía tengo ese piso... –asintió, sintiéndose cansado, y no sólo por el viaje –¿Cómo está mamá?

–Ahora vamos a verla, sólo déjame acabar esto... –suspiró, desviando un poco la mirada –. Está como siempre, aunque a veces creo que me está prestando atención..., pero no –bajó la mirada al cenicero, apagando el cigarro de todas maneras, a pesar de que no había terminado –. Vamos –le dijo levantándose, y dejándolo sobre la mesita.

–¿Por qué dices que no? A lo mejor sí... A veces yo también lo pienso –le aseguró el chico, como buscando una confirmación de que era posible. Se puso de pie siguiéndolo, casi comportándose como cuando era pequeño, a pesar de que ya no le sujetaría la mano, por supuesto.

–Sí, a lo mejor sí –quiso darle esperanzas, llevándolo hasta el cuarto de aquella mujer, que había sido siempre su amiga. Llamó, aunque sabía que no iba a obtener respuesta de ella, era sólo por si había alguna enfermera acompañándola.

Al cabo de unos segundos abrió la puerta, dejándole verla. Siempre la tenían arreglada con la ropa que a ella le había gustado usar cuando estaba bien. No usaba ropa de hospital, si no kimonos sencillos, y llevaba el cabello negro, recogido en una coleta.

–Tu hijo ha venido a verte –le dijo el mayor, aunque sin obtener respuesta, ni tan siquiera una mirada.

–Mamá... –Ryosuke se sentó a su lado, sujetando la mano de la mujer con suavidad y besándola –. Estuve de viaje, por eso no había venido. Discúlpame... –sonrió con tristeza, deseando que le contestase de pronto, pero sólo seguía observando el vacío como si no estuviese allí.

Oshitari los observó, por un momento recordando cuando Ryo y Kiyoshi eran pequeños y Himiko jugaba con ellos. Siempre había sido una persona jovial, e incluso inmadura, ahora parecía una muñeca rota.

–Os dejaré solos –murmuró, apartándose hacia la puerta –. No te vayas sin decirme nada –le avisó.

Los ojos grises del chico lo miraron por un momento, y asintió, abriendo la boca en silencio. Sabía que si decía algo se echaría a llorar, y no quería ser tan patéticamente infantil, mucho menos delante de su madre. Se colocó su mano contra la frente, cerrando los ojos por un momento para controlarse.

La puerta se cerró despacio, el doctor afuera caminando lentamente por el pasillo. Respiró con fuerza apartándose un poco el cabello de delante de la cara y quitándose las gafas. Era más duro cuando lo veía sufrir a él.


Para leerla completa:

http://www.psychobrainyaoi.com/

Waste of Skin - Nueva novela yaoi


Argumento: Lo que es, lo que fue, lo que pudo ser y lo que aún podría suceder. Todas estas posibilidades se entrelazan en la vida de cada persona y los protagonistas de esta novela no son diferentes. Hay quienes usan y quienes son usados e incluso aquellos que permanecen danzando peligrosamente en la línea divisoria, pero al final, cada quien tiene que vivir con sus propias decisiones y de la misma manera, cada cual debe tomar las riendas de su propia vida, antes de que esta decida por ti.

* Waste of skin: una persona que no vale para nada, cuya existencia no se merece ni la piel que "malgasta"

Genero: Violencia, romance, sadomasoquismo, tortura, prostitución, drama, tragedia, parafilias, BDSM, yaoi (homoerótica), lemon, psycho, violación, underground, hardcore, corrupción, sumisión.

Una novela que no va a dejaros inmunes, y tengo que advertirlo... puede que ciertas cosas no sean indicadas para personas en exceso sensibles a la violencia sexual y el dolor. Pero si te gusta el sexo duro... lo disfrutarás.

http://www.psychobrainyaoi.com/indices/Waste_of_skin.htm

Capítulo 1
Idolize Yourself
A night to remember


La lluvia caía pesada, golpeando el asfalto con un sonido insistente, ensordecedor, calándolo hasta los huesos. Sin embargo Lev corría sonriendo, cubriéndose la cabeza con un periódico sin preocuparse demasiado por si aquello funcionaba realmente o no.

Se refugió bajo el alero de un edificio, sacudiendo su cabello negro para liberarse de las ínfimas gotas de agua que se estrellaron al salir volando del mismo.

Lo habían rechazado por tercera vez en un solo día, pero no perdía las esperanzas. Ya sabía que las cosas no se darían por arte de magia, pero no tardaría mucho. Sólo tenía que insistir un poco más.

Una pareja pasó riéndose a su lado e inadvertidamente los siguió con la mirada, observando aquel letrero de neón brillante que señalaba la entrada del Púb. No estaría mal beberse una cerveza para recobrar los ánimos, estaba cansado después de todo.

–Documentación, por favor... –le pidió el portero alto y moreno que estaba en la entrada cerrando el paso. Sus mechas violeta se mezclaron con el cabello negro, mientras alzaba la vista tras revisar la fecha de nacimiento en el documento de identidad. Lo miró a los ojos, devolviéndoselo –. Pasa.

–Gracias –le sonrió el chico, mirándolo un poco más ya que le parecía muy atractivo –. Deberías sonreír un poco...

Pero el chico siguió serio, observando su sonrisa como si no la comprendiese para nada.

–No te había visto antes –le contestó sin más, en un intento de relacionarse un poco pobre. Casi parecía estar explicando la ausencia de su sonrisa, por el hecho de no conocerlo.
–Acabo de llegar. Bueno, llevo una semana aquí, es la primera vez que veo este lugar –Lev tomó una decisión espontánea, colocándose a un lado de la puerta para no obstruir el paso. De pronto le interesaba más hablar con ese chico –. ¿Cómo te llamas?

El otro lo miró algo incómodo de que se quedase allí, más preocupado de no saber comportarse ahora que había conseguido su objetivo, que feliz por haberlo logrado.

–Ares –le hizo una seña a dos chicas para que entrasen, ya que a las jóvenes guapas no se molestaba en mirar si tenían o no la edad. Cuantas más llegasen, más gente iría al Púb. Y eso era lo que le importaba al jefe –. ¿Estas solo aquí entonces? –le preguntó al chico a su lado.

–Sí, bueno, tengo un amigo, pero vine por mi cuenta. Me llamo Lev –extendió la mano para presentarse, aún sonriendo y pensando que estaría mojada, pero si no quería estrechársela, no tenía que hacerlo.

El moreno le estrechó la mano, pensando que no había que andarse con esas formalidades, aun así se la apretó un poco, como tenía por costumbre, antes de soltársela.

–Espera... le voy a decir a alguien que me cambie unas horas, y pasamos adentro –se apartó antes de que pudiese contestarle si sí o si no, preguntándose si seguiría allí cuando regresase o si iba a quedar como un imbécil

Lev sonrió aun más, entusiasmado porque hiciese aquello. En realidad, había pensado en invitarlo a salir luego de que terminase su turno. Se apoyó contra la pared, arreglándose el cabello un poco mientras tanto.

El moreno se acercó a la barra, hablando con el chico que estaba tras la misma. Este desapareció un momento detrás de una puerta, de la que volvió a salir enseguida, acompañado por un joven alto y algo gordo, aun más alto que Ares.

El chico hizo una seña hacia el que le esperaba y el gordo sonrió comprensivamente, pegándole unas palmadas en la espalda que al moreno le parecieron realmente molestas, pero se aguantó el quejarse porque estaba en el trabajo.

Llegó cuanto antes junto al otro chico y le sujetó la mano, tratando de llevárselo con él, antes de que el otro llegase para decir algo “ingenioso”.

–Me alegro de que hayas querido venir conmigo, ¿sabes? No puedo estar molestando a mi amigo todo el tiempo y te llegas a sentir solo en un lugar tan grande, aunque me gusta. Me gusta mucho –Lev comenzó a hablarle enseguida, sin darse cuenta siquiera de las prisas que llevaba el moreno.

–¿Sí? Bueno, ¿de dónde eres? –le preguntó mientras lo llevaba hacia uno de los asientos, extrañado porque aquello le pareciese tan grande, claro que él llevaba viviendo allí toda su vida.

–De un pueblito del que probablemente jamás habrás escuchado hablar –se rio el chico, haciendo un ademán con la mano y sentándose –. ¿Tú eres de aquí, verdad?

–Sí –contestó serio, sin muchas habilidades para continuar la conversación –. ¿Quieres tomar algo? Te invito, ya que yo no tengo que pagar –se recostó hacia atrás en el asiento, cogiendo un cigarro y llamando a una de las camareras, ya que había confianza.

–Gracias... –el chico asintió sonriendo, contento de que fuera tan amable – Una cerveza está bien –pidió, apoyándose en una mano y pasándose la otra por el cabello al recordar que seguía húmedo.

–Si quieres secarte un poco el pelo en el baño... –le sugirió el chico, mirándolo y pensando que era muy guapo. Alto y con un cuerpo fibroso, delicado, le gustó ver cómo sus dedos pálidos y finos de entremezclaban con las hebras negras de su cabello.

–¿Qué vais a tomar? –preguntó la chica, que no acostumbraba a servir de ese modo, si no tras la barra, pero le hacía un favor al otro.

–Oh... una cerveza para él, y un bacanal para mí –la miró como despertando de sus pensamientos.

–O.K. –sonrió un poco, regresando tras la barra para prepararlos.

–Estoy bien así, ya me lo arreglaré cuando regrese a mi piso –le sonrió, apoyándose en ambos brazos ahora e inclinándose sobre la mesa –. Me agradas, eres amable y tienes esa sonrisa deslumbradora... –bromeó por lo serio que estaba.

–Qué gracia –el chico torció una sonrisa ahora, preguntándose si estaba diciéndole que no lo soportaba. Porque si el resto de la frase era tan sincera como lo de su sonrisa... –. Pues si no te gusto ya sabes –dijo serio de nuevo.

La chica les trajo los vasos, sin percatarse de lo tenso del moreno, aunque no era nada nuevo con él esa cara de ir a matar a alguien.

–Tomad –los apoyó en la mesita y se fue, mirando atrás de soslayo un momento.

–¿Eh? No dije eso, dije que me agradabas. Sólo quería ver si sonreías, aunque fuera un poquito. Y de alguna manera, lo logré, ¿no es así?

–Si tú lo dices... –cogió la cerveza, ofreciéndosela y dando un trago después de su propio vaso, recostándose de nuevo contra el respaldo –. No se me dan bien las sutilezas.

–Ya lo noto, pero a mí me gusta jugar. ¿Te enfadarás? No era mi intención –se disculpó a su manera, bebiendo un poco de cerveza –. Supongo que sólo estoy feliz de estar hablando con alguien.

–Ya, no voy a enfadarme por eso, supongo, no lo sé –le dijo con extrema sinceridad –. ¿Dónde estás viviendo?

–Estoy alquilando una habitación arriba de un almacén. No es gran cosa, pero servirá por ahora. Por lo menos es silencioso y económico –le contestó Lev, observando sus ojos, mientras continuaba bebiendo de su cerveza.

–¿Y para qué has venido? ¿Buscas trabajo? –se interesó, bebiendo un poco más, dejando que sus ojos azul verdoso lo mirasen fijamente. Se llevó el cigarro a los labios, mirando hacia abajo mientras dejaba escapar el humo.

–Algo así –le sonrió con algo de complicidad, deslizando un dedo por el borde de la mesa luego –. Voy a ser actor. Y te recordaré cuando sea famoso, serás el primer chico que me compró una cerveza aquí.

–Eso no tiene mucho mérito, ¿no? –sonrió levemente, pero esta vez de forma sincera. No pudo evitar pensar que apuntaba alto –¿Y ya has hecho algún papel en anuncios o algo así?

–No, aún no, pero acabo de llegar. Sólo dame tiempo –negó con la cabeza, observando su cerveza ahora –. Recuerda mi rostro –le sonrió, alzando la mirada de nuevo –. Me sentía un poco solo hoy, claro que esto tiene mérito.

–Bueno, entonces tendrás que recordarme como el primero que te hizo compañía cuando llegaste solo aquí –giró un poco la situación, sonriendo y llevándose el cigarro a los labios otra vez –. Pero al menos habrás estudiado arte dramático, ¿no? –se apoyó de lado en el sofá, colocando un brazo sobre el respaldo para verlo mejor.

–En donde yo vivo... no se toman estas cosas en serio –admitió un poco avergonzado, aunque no por él, sino por venir de un lugar tan atrasado –. Pero estuve en el club de teatro de mi escuela y luego en la universidad. Se hace lo que se puede, ¿no?

–Sí, bueno... –lo miró a los ojos, pensando que era un iluso. ¿Eso pensaba poner en su currículo? –¿Y qué has estudiado entonces?

–Publicidad –le contestó guiñándole un ojo de pronto –. No me mires así, tengo talento. Ta-len-to. ¿No me crees? –se rio terminándose la cerveza luego.

–Te creo, es sólo que... no sé, las cosas no son tan fáciles, creo yo. Pero puede que no sean tan fáciles para mí, simplemente. No tengo “don de gentes” supongo –le ofreció beber de su vaso, preguntándose si al menos sabría lo que era, viniendo como lo hacía de un pueblo –. ¿Quieres probarlo?

–Quiero probarlo todo al menos una vez –le aseguró, tomando el vaso que le ofrecía y bebiendo, dejando escapar un leve suspiro después –. Está bien... Y voy a triunfar, ya lo verás. No soy de los que se rinde fácilmente, sólo tengo que esforzarme un poco...

–Bueno, pues entonces ve a por ello, yo no tengo aspiraciones de esa clase, así que, supongo que no puedo comprenderte. ¿Quieres beber algo más? –se llevó el cigarro a los labios, pensando que se había bebido la cerveza muy rápido.

–Acepto de lo que tú estás bebiendo –le señaló, moviéndose un poco en su asiento, inquieto –. No pasa nada, tal vez te contrate como mi guardaespaldas cuando sea famoso. ¿No es una buena aspiración?

–Sí, es interesante al menos, y como eres guapo, supongo que puedes tener suerte –le dijo mientras se levantaba, pensando, sobre todo si decides hacer ciertas cosas por conseguir empleo –. Voy a buscarte uno, ahora vengo.

–Vale, gracias –Lev se giró un poco para mirarle el trasero mientras se alejaba hacia la barra. Seguramente era uno de esos realistas que pensaban que todo era imposible, pero él estaba seguro de poder conseguirlo. No se rendiría.

Ares miró un momento a donde la chica le señalaba y mientras le preparaba el trago, se acercó a dos chicos que al parecer la habían estado incordiando de forma bastante insoportable. Estaban borrachos, eso se notaba. Los invitó a salir educadamente, aunque estos no parecían estar por la labor. Insistió de nuevo, ya tirando del brazo de uno de ellos para levantarlo. El otro hizo un gesto con las manos, como diciéndole que ya se largaban.

El chico los llevó hacia la salida, molesto porque lo interrumpiesen en ese momento, regresando rápidamente a por el trago.

Ya estaba aproximándose al chico, cuando notó a un listo que se había sentado en su sitioy trataba de entablar conversación. ¿Por qué?, pensó. Siempre le pasaban esas cosas.
Lev estaba asintiendo, escuchando lo que le decía el chico. No veía por qué ser grosero, pero la verdad lo estaba incomodando un poco.

–Así que... ¿te gustaría salir y...?

–¡Oh! ¡Mira! Ahí regresa mi novio –lo interrumpió el moreno, poniéndose de pie y alzando la voz incluso, esperando que Ares le siguiera el juego –¡Mi amor, te extrañaba!

–¿Eh? Sí... yo también –murmuró serio, sujetándolo por la cintura. La verdad es que le había hecho gracia su salida, pero aun así le incomodaba tener que fingir, puesto que no se le daba nada bien. Miró al otro y le hizo una seña con la cabeza, como pidiéndole que se levantara.

–¿Tienes novio? Bueno, me piro..., pero conste que no soy celoso.

–Si fuera su novio de verdad, te partiría la cara por eso que acabas de decir –fue incapaz de aguantarse, soltó al otro y empujó al desconocido con una mano para que se largase.

El “moscón” se fue, murmurando algo en bajo, del tipo a: te libras por esto o lo otro. Pero largándose al fin y al cabo.

–Toma –le dio el vaso al chico, sentándose de nuevo –. No me vuelvo a ir... –murmuró para sí, sintiéndose un poco molesto al notar que lo había dicho en alto.

Lev sonrió observándolo, con el vaso en la mano, y sentándose de nuevo.

–Eso fue muy dulce. Harás que me enamore de ti. Es una lástima que hayas revelado que no somos novios en realidad, pensaba besarte.

–Eso no se dice cuando ya no piensas hacerlo –se quejó el otro, bebiendo un poco y sujetando el vaso con la mano que sostenía el cigarro. Tenía el ceño algo fruncido, el enfado no se le pasaba, aunque hubiera sido una chorrada.

–Aún puede que lo haga. ¿Quién sabe? –le sonrió el chico, pensando que se veía más atractivo así. Se llevó el vaso a los labios, bebiendo sin mucha cautela.

Los ojos aguamarina del otro lo miraron fijamente, como si estuviese pensando en algo. Sin embargo le dio otro trago al vaso, terminándose lo que le quedaba y dejándolo sobre la mesita que tenían delante.

–Creí que eras un inocente chico de un pueblo remoto. Como Heidi... –bromeó, aunque con aquella cara tan seria.

–¿Acaso me ves usando trenzas? –se rio Lev, bebiendo de nuevo, antes de continuar –Soy un chico de pueblo, en eso tienes razón. Inocente... no sé, no sé.

–Heidi no usaba trenzas, era moderna para su época. Llevaba el pelo a lo garçon –Ares lo miró de soslayo mientras apagaba el cigarro en un cenicero, esbozando una sonrisa al imaginárselo con trenzas.

–Da igual, mi estilo es mucho más original, ¿no lo crees? Aunque esté mojado ahora... Oh, ya no lo está –se rio de nuevo, tocándose las puntas con un de dedo –. Pero no me has dicho nada de ti...

–No soy muy interesante –le aclaró, observando sus ojos –. Estoy... practicando para pasar las pruebas para policía, pero no sé, últimamente me lo estoy pensando mejor –murmuró, recostándose en el respaldo otra vez.

–¿Por qué? Yo creo que te verías genial en uniforme, aunque ese no seas el mejor motivo para que te unas a ellos –le sonrió pasando un dedo por el brazo del chico –. Yo te encuentro fascinante.

–Tú lo que pasa es que quieres ligar conmigo –le respondió sin más, observando lo que hacía y girándose un poco hacia él –. Me veo mejor usin uniforme –se inclinó hacia él, besándole debajo de la mandíbula y rozando su piel con la lengua.

–No lo dudo –susurró el chico, bajando un poco la cara para lamer sus labios, sonriendo –. Te encuentro fascinante en muchos sentidos.

Ares le sujetó el cuello, besándole los labios y entrando en su boca profundamente, observando a la gente pasar tras ellos y entrecerrando los ojos levemente, como si no se fiase de hacerlo por completo. Su otra mano le sujetó la cintura, tocándole la piel bajo la camiseta.

–¿Quieres ir afuera? –lo miró a los ojos, preguntándose si lo comprendería.

Lev asintió, un poco acalorado ya y tomó su vaso, acabándose el trago antes de salir.

–Afuera, adentro, a donde tú quieras...

–Vamos a mi casa –lo invitó, levantándose y sujetándolo por la cintura.

Lev se apoyó en él, caminando como si realmente fueran una pareja. Había una pequeña voz en su mente que le decía que aquello era peligroso, que no lo conocía de nada, pero no quería estar solo y su instinto le decía que podía confiar en aquel chico.

–Vivo aquí al lado... –se explicó, preguntándose si no le preocupaba largarse así con un desconocido. Era normal para él y para mucha gente allí. Tal vez seguía viéndolo un poco “Heidi” con eso de que era de un pueblito del que nunca habría escuchado hablar. Sonrió ligeramente, sacando las llaves de uno de los bolsillos de sus jeans y girándolas en su mano.

–Qué conveniente –sonrió el chico, sin quitarse de donde estaba apoyado –. ¿Traes a muchos chicos aquí? No me molestaré, mi amor...

–He cambiado las sábanas desde el último –le dijo de broma, esbozando una sonrisa y abriendo la puerta de abajo, antes de subirse al ascensor con él. Metió dos dedos por la cintura de sus pantalones y lo atrajo contra él, besándolo despacio, con los ojos cerrados.

Lev le rodeó el cuello con ambos brazos, respondiendo al beso y entrecerrando los ojos. Estaba necesitando aquel contacto. Se resbaló un poco contra él, riéndose.

–Guapo... –susurró el moreno, sujetándole la cintura y notando cómo la camiseta se subía un poco contra sus manos. El ascensor se paró, y lo besó mientras salían del mismo, caminando de espaldas a la puerta.

El chico le mordió el labio inferior con suavidad, sonriendo mientras lo besaba de nuevo y manteniendo los ojos abiertos para no tropezar. Extendió un brazo para tocar la puerta y evitar que Ares se diera un golpe.

El moreno de todas formas ya estaba contando con ella y la tocó con el talón, girándose sin dejar de besarlo, ahora en el cuello, abriendo la puerta mientras su otra mano le tocaba la espalda.

No le gustaba lo mucho que “cortaba el rollo” el camino desde el local a su cama. Lo soltó para que entrase, cerrando la puerta y sacándose la camiseta en la entrada misma. Tenía la piel bronceada y su cuerpo estaba muy trabajado.

Lev respiró con fuerza, relamiéndose y sonriendo.

–No me equivocaba... –se sacó su propia camiseta, dejándola a un lado y revisando el lugar, alejándose hacia la cama como si estuviera en su propia casa.

Ares lo sujetó por detrás, rodeándole la cintura, acariciándole el abdomen y subiendo por su pecho con las manos. Sus labios, mientras tanto, se hacían con el cuello y el hombro del chico, rozando con el aro que llevaba a un lado del labio inferior, aquella piel tan pálida.

–Ahora podrás recordarme por algo más que la cerveza –le dijo al oído, rozando sus labios contra la curvatura de su oreja, mientras sus fuertes manos le abrían los botones de los jeans.

–Y tendrás algo que venderle a los tabloides cuando sea una estrella... Pero a ti no te demandaré –sonrió el chico, jugando mientras comenzaba a jadear, sus manos bajando por los brazos de Ares, ayudándolo a bajarle los ajustados jeans.

–Yo no haría eso..., pero te recordaré que me dijiste que querías que fuera tu guardaespaldas –le acarició el interior de los muslos. El ajustado pantalón se había llevado la ropa interior con él y sus manos se deslizaron hasta arriba, acariciando sus genitales y empezando a masajear su sexo. Ya estaba caliente y duro, el suyo hacía tiempo que había reaccionado y se apretaba contra las nalgas del chico.

–Ah... Lo serás... mi guardaespaldas fuerte y sexy... –gimió, inclinándose un poco hacia delante, rozándose aun más contra el sexo de Ares. Era grande, podía adivinarlo por el tacto, y además, se sentía tan caliente que no podía dejar de frotarse de todas maneras.

Ares resopló suavemente contra su piel, estremeciéndose por la forma en la que su sexo reaccionaba a aquellas caricias. Lo giró hacia él, besándolo profundamente de nuevo, jugando con su lengua fuera de la boca del chico, succionándosela después, sujetándola con los dientes y abriéndose el pantalón, para segundos después tomar sus nalgas. Se las apretó mientras se deshacía de aquella prenda, dejando que cayese sola y apartándola.

–Pues ya sabes dónde encontrarme de nuevo.

–Incluso apuntaré la dirección –sonrió contra sus labios, atrayéndolo por los hombros y dejándose caer de espaldas sobre la cama, besándolo nuevamente. Ahora era él quien le sujetaba las nalgas, pegando ambos sexos uno contra el otro.

–Oh... –Ares resopló con fuerza, excitándose aun más por la manera de comportarse del otro. Se apretó contra su cuerpo, rozándose y besándole el pecho, deteniéndose en sus pezones y lamiéndolos alrededor, succionándolos y mordisqueándoselos delicadamente.

–Qué bien se siente... –Lev se alzó un poco, observándolo, pensando que se veía tremendamente sensual. Le estaban dando escalofríos de placer. Echó la cabeza hacia atrás, abriendo las piernas para que se colocase más al centro.

El moreno se metió entre ellas, sujetándoselas con ambas manos y separándoselas un poco más, bajando por su abdomen con la lengua, y arrastrándola por todo su sexo, succionándolo despacio, empapándolo en saliva y apretando un poco más los dedos en su carne. Observó de soslayo el lunar en la cara interna de una de aquellas piernas tan blancas y deslizó la lengua por esta hasta llegar al mismo, besándoselo.

–Ahora sabré cómo convencerlos de que digo la verdad si quiero salir en las revistas.

Lev se rio, divertido, dejando escapar una serie de gemidos algo escandalosos. Se apartó de él con algo de esfuerzo, deslizándose hacia atrás y poniéndose a gatas luego.

–Yo también quiero jugar, Ares... Déjame probar... –le pidió, acercándose a su entrepierna y lamiendo el sexo del moreno, que se había arrodillado al apartarse el chico.

Ares dejó escapar jadeos pesados entre sus labios, resoplando con fuerza y acariciándole el cabello con una de aquellas manos grandes, la otra la apoyaba en su propio abdomen, observando como entraba y salía su sexo en la boca del chico. Cerró los ojos un momento, bajando la cabeza y dejando que el flequillo le cubriese la mirada, mientras se movía entre sus labios cálidos.

–Seguro que Heidi no sabía hacer estas cosas...

Lev no le contestó inmediatamente, continuó succionando su sexo, lamiendo sus testículos. Lo tenía grande, tal y como había intuido. Lo dejó salir de su boca, mirándolo de manera traviesa.

–Heidi era una mojigata. Yo soy una estrella...

–Ella también es famosa. Todo el mundo la conoce, toma ejemplo –jugó, bromeando pese a que estaba serio y excitado. Le sujetó la cabeza, guiándolo hacia su sexo de nuevo, aunque procurando poder ver su cara, inclinándose hacia un lado y recogiendo con la otra mano, la saliva que resbalaba de la quijada del chico.

Se echó sobre él, pasando aquellos dedos tan mojados entre sus nalgas, dibujando el contorno de su ano y empujando dos en su interior, estremeciéndose por la sensación.

–Hum... –gimió el chico, succionando con más fuerza y apretando sus nalgas para sujetar aquellos dedos, con aquella sensación de calor, recorriéndolo, haciendo que su propio sexo se pusiera más duro. Se aferró a las piernas del moreno para no estremecerse demasiado.

Ares siguió moviéndose en su boca de aquel modo, explorando con los dedos en su cuerpo hasta que notó que aquella presión cedía al menos un poco. Exhaló entre dientes, separando los labios después para jadear, apartándolo de su sexo y tumbándolo sobre la cama. Apenas dándole tiempo a nada antes de apoyar las manos a los lados de su cabeza, colándose entre sus piernas y empujando su sexo de forma incierta contra él, sin molestarse en ayudarse con la mano, inclinándose y sujetándole el labio inferior con los suyos, mordiéndoselo sin querer un poco, al notar que por fin lo penetraba.

Dejó escapar un resoplido contra sus labios, y se empujó todo lo posible dentro de él, volviendo a hundir la lengua en su boca a la vez.

–Ohm... –gimió de vuelta el chico, enroscando su lengua con la de Ares y subiendo una pierna por su cadera, para apretarlo más contra él, rozando su sexo contra las abdominales del moreno y empujándolo más en su interior. Abrió los ojos, observando aquella expresión apasionada en su rostro. Realmente era sensual.

Ares se inclinó de nuevo sobre él, besándole el pecho y oliendo su piel, refugiándose en su cuello y besándoselo de forma apasionada. Sus nalgas se contraían cuando lo embestía, cada vez de forma más profunda, tal y como el chico le pedía con sus movimientos. Notó como se sujetaba a sus brazos y lo miró a los ojos, rozando la punta de la nariz contra la suya, besándolo de nuevo.

Lev por fin volvió a cerrar los ojos, dejándose llevar de aquella manera. Ambas piernas rodeaban al moreno ahora, apretando aquellas caderas que le parecían poderosas por lo fuerte que lo embestían y lo bien definidas que estaban. Podía sentir el líquido de su propio sexo humedeciéndolos a ambos, resbalando por su costado.

La mano del moreno sobre él le acarició el cabello, apartándoselo de la frente.

–Me gustas mucho, Lev –susurró entre jadeos, apenas separándose de sus labios, sintiendo un placer indescriptible cada vez que se movía dentro de él. El chico entreabrió los ojos, y él le mantuvo la mirada, sin detenerse, bajando una mano para tomar su sexo pulsante.

–Tienes... los ojos más hermosos... que... ah... –Lev se rio de nuevo entre gemidos, aunque hablaba en serio. Creía poder perderse en ellos, mientras sus gemidos iban en aumento. Alzó una mano para sujetarse a su cuello, acercándolo para que lo besara de nuevo, a pesar de que el orgasmo ya estaba más que próximo.

–Hum... –el moreno protestó ligeramente, porque aquel beso sólo le hacía más difícil aguantarse más. Casi le parecía que su sexo se quemaba dentro de aquel cuerpo delicado. Le mordió los labios con suavidad, mirándolo de nuevo y susurrando –Me corro... –para que lo dejase apartarse, ya que sus piernas lo mantenían sujeto bien dentro de él, como si fuera una deliciosa tortura, pero ya no podía más.

Lev relajó el abrazo, permitiéndole apartarse, aunque ni siquiera se había preocupado por aquello, así de concentrado como estaba. Apenas alcanzó a aguantarse por unos segundos más antes de correrse, gimiendo con fuerza y llevándose una mano al pecho como si su corazón no fuera a soportarlo.

Ares salió de él casi con urgencia, con el aliento temblando, sujetando su sexo junto al del chico, y corriéndose sobre su abdomen y por encima de su sexo, mientras este aún dejaba escapar pulsante, las últimas gotas de semen. Se inclinaba sobre él, su cuerpo agitándose por los estremecimientos y sus labios rozando los del chico.

Lev lo besó de nuevo, acariciando su mejilla con las yemas de los dedos, con suavidad, casi como si temiera hacerle daño. Sonrió contra sus labios, susurrando.

–Gracias por esta noche, Ares.

–No me des las gracias, me harás sentir como un escort... –se echó a un lado, abriendo un cajón de la mesita y dejándole una toalla de manos para que se limpiase un poco –. Puedes quedarte esta noche si quieres.

–Pero no podría pagarte si fueras un escort. Te doy las gracias porque me siento feliz en este momento –le aclaró para que no fuera a ofenderse. Se limpió, sentándose y apoyándose contra el respaldo de la cama –. ¿De verdad no te molesta que me quede?

–No, estará bien un poco de compañía –cogió un cigarro de la mesilla, apoyándose en el respaldo también, pero recostado. Lo encendió, cruzando después un brazo por detrás de su cabeza, dejando salir el humo de una sola bocanada –. Mañana puedes darte una ducha antes de irte si quieres, comer algo... como si estuvieras en casa, pero no me despiertes, duermo durante el día.

–No te preocupes, será como si no estuviera aquí –le aseguró, ya que no quería molestarlo. Giró la cara para mirarlo, sonriendo un poco –. No vayas a olvidarme... –susurró como si fuese algún tipo de hechizo extraño.

–No voy a olvidarme –se movió ligeramente, apoyando la cabeza sobre sus piernas y entrecerrando los ojos, llevándose el cigarro a los labios otra vez –. Espero que tengas suerte.

–No necesito suerte, tengo talento –sonrió con toda la confianza del mundo, acariciando el cabello de Ares y cerrando los ojos, así como estaba.

–Aun así... –insistió, dejándose acariciar de ese modo, ya que era agradable, lo adormecía. Aunque el sexo siempre le provocaba aquella sensación.


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