viernes, junio 27, 2008

Estreno Serious Business Novela homoerótica

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Titulo: Serious Business

Estado: Próximamente

Clasificación:+18 años

Genero: Drama, Angustia, Relaciones Intepersonales, Romance, Lemon, soft BDSM...

Argumento:

Arashi Masamitsu y Fujiwara Araiso, dos adultos profesionales con carreras exitosas y una vida familiar completa. Dos amigos de toda la vida que luego de esforzarse arduamente, han conseguido alcanzar la estabilidad y la paz que llega con el trabajo duro y los años. Sin embargo, entre ellos hay un pequeño secreto, una relación que va más allá de la simple amistad, y una palabra que ni ellos mismos se atreverían a pronunciar en voz alta por miedo al ridículo y a la tragedia. Pero los secretos afectan a todos los que nos rodean, incluso a aquellos que pensamos no se darán cuenta. Y pasado el suficiente tiempo, el peso de un pequeño secreto puede llegar a ser enorme.

Capítulo 1
Can’t Keep My Mind Off of You

–Un poco a la derecha... Sí, un poco más. Justo ahí –el médico retiró sus manos del pecho del hombre, dejando las pinzas en la bandeja a su lado con gesto de haber hecho aquello miles de veces antes –. Listo, vamos a cerrarlo –miró el reloj, tomando nota de la hora en su cabeza. Era tarde, seguramente ya habría salido del trabajo.

–¿Fujiwara doctor? Si tiene que ir a algún lado yo puedo...

El rubio interrumpió a aquel interno, su mirada tornándose agresiva como si le acabase de ofender.

–Por supuesto que no, yo no abandono a mis pacientes sólo porque tenga algún compromiso. Y espero que usted tampoco lo haga en un futuro. Ahora, páseme la aguja por favor y observe.

.....

Araiso Fujiwara se paseó por su oficina una vez más, mirando hacia fuera y luego al reloj. Acababa de hablar con los familiares de aquel hombre. Estaban terriblemente nerviosos a pesar de que todo había salido bien, como era de esperar. Era un procedimiento de rutina sin más peligro que el habitual de cualquier operación. Pero ellos no comprendían eso. Nunca lo comprendían.

A pesar de eso, no era tan frío, si hubiese sido su hijo, seguramente hubiese estado asustado. Precisamente por eso se sentía tan culpable, porque los comprendía. Y porque no había dejado de pensar en él durante toda la operación e incluso mientras les hablaba. Claro que, sabía hacer su trabajo a la perfección. Sabía cuando necesitaba concentrarse. Pero aún así... lo estaba volviendo loco. Y lo peor era que sabía cual sería su reacción. Siempre era igual.

Necesitaba verlo, había pasado demasiado tiempo sin ni siquiera una llamada. ¿Quién se creía? Se miró al espejo, vacilando un poco antes de decidirse. Tomó su chaqueta poniéndosela antes de salir, llevando su muda de ropa en una mochila. Después de todo la había traído consigo. Lo había estado pensando desde por la mañana.

–Cuidado… –Usui, que por poco chocaba contra él, le sujetó un brazo, deteniéndolo en plena marcha –Justo iba a entrar en tu oficina a darte esto… –le extendió una carpeta con los informes de un paciente que necesitaba operarse –. ¿Ya te vas?

–Gracias... –le contestó, un poco perplejo por la sorpresa, pero recuperándose rápidamente –Sí, ya me iba. Debía haberme ido hace media hora.

–Tanta prisa… –lo miró y se fijó en la bolsa –¿Para ir al gimnasio? Sé que te dije que debías hacer deporte, pero con esa urgencia… ¿Es que comienza a notarse la edad?

–Por supuesto que no es eso... Me relaja. Estoy un poco cansado, es todo –le aseguró, frunciendo ligeramente el ceño de tal manera que sólo un observador detallista lo hubiese notado.

–Bromeaba… –se rozó la mandíbula y sonrió ligeramente –¿Entonces por qué no juegas al fútbol con nosotros? Aunque no contábamos contigo, podemos hacerte un sitio…

–No, no, sólo iba a usar las máquinas un poco. No suelo hacer ese tipo de deportes –se excusó, poniéndose un poco tenso. Si se ponía a jugar al fútbol ahora, para cuando terminasen Masamitsu ya se habría ido a su casa.

–Está bien, ya me lo contarás… –le dijo como si fuera una amenaza, aunque en realidad sólo trataba de provocarle la necesidad de hacerlo. No sabía qué demonios le pasaba, pero sabía que tenía que ver con la bragueta.

–No hay nada que contar. Sólo voy al gimnasio... Podemos jugar al fútbol otro día –sonrió por no verse demasiado serio. Seguro que Masamitsu se enfadaba, siempre se enfadaba.

–Está bien, doctor… que disfrute del ejercicio –le dijo, caminando unos pasos para alejarse.

–Sí, gracias. Tú también... –le contestó, observándolo, preguntándose si habría querido decir algo más. Nunca estaba seguro con ese hombre.


Capitulo 2
In Silence

El moreno colgó el teléfono lentamente, aunque en realidad le hubiera gustado aporrear el aparato contra la mesa antes de hacerlo. Se echó hacia atrás en el sofá de cuero, y cogió una cajetilla de cigarros del primer cajón de la mesa. La volteó pensativo. Trataba de dejarlo, de hecho siempre había fumado en secreto, pese a que no tenía de qué esconderse. Era mayorcito para hacer lo que le viniera en gana. Simplemente no le apetecía mantener esa conversación con su mujer. En realidad, no le apetecía mantener casi ninguna de las conversaciones disponibles con ella.

Tal vez por eso aún no se había levantado de aquel sillón, a pesar de que ya eran las nueve y había acabado con lo que tenía que hacer por hoy.

Se peinó hacia atrás el cabello con ambas manos, y finalmente tomó un cigarro, se lo llevó a los labios y lo encendió. El mechero provocó un sonido metálico al dejarlo sobre la mesa de nuevo.

El humo salió de entre sus labios, calmándolo. Era uno de los pocos placeres que tenía, no veía por qué dejarlo. De algo iba a morir de todos modos.

Observó el teléfono de soslayo, y lo levantó, marcando el número de casa y esperando.

–No me esperes para cenar, voy a ir al gimnasio… –escuchó a su mujer quejándose de que podría haber avisado antes de que hubiera pedido la cena. Frunció el ceño, tocándose la frente y aguantándose el gritarle que se callara de una vez. Le volvía la cabeza loca con sus quejas. Sabía que no era culpa de ella, así que soportó la descarga y cuando al fin se hubo callado, tan sólo dijo –No me esperes despierta –y colgó el aparato.

Desde que los chicos no vivían en casa, nunca le apetecía regresar del trabajo. Aquello parecía muerto y no le motivaba en absoluto.
Se levantó al fin y apagó el cigarro. Tras ponerse el abrigo salió del edificio de oficinas para tomar su coche.

Una vez adentro dejó el abrigo atrás y dobló la corbata metódicamente, puso la chaqueta del traje sobre la misma, y se aseguró de que la ropa de deportes estaba en la bolsa sobre el asiento del copiloto.

Se miró un momento en el reflejo del retrovisor, y sacó el coche de su plaza, dirigiéndose al gimnasio sin poder evitar pensar en Araiso.

Hacía tiempo que no lo veía, claro que él mismo lo evadía. Observó su teléfono móvil en el salpicadero y desechó la idea de llamarlo de inmediato. No tenía ni idea de qué clase de estupideces se le pasaban por la cabeza a veces.

.....

Se colgó la bolsa de deportes al hombro al salir del coche y bajó las escaleras que conducían al gimnasio situado en la planta baja de un edificio en el centro. Pasó a los cambiadores y entonces lo vio allí.

–Araiso… –lo saludó, ya que irse habría sido inapropiado. Empezó a quitarse la camisa para cambiarse. Lo alteraba su presencia. No estaba seguro de si le alteraba más porque había estado pensando en él, o porque sabía que él no iba al gimnasio durante la semana.

–Masamitsu... –el rubio lo miró con cara de estar dolido, sin poder ocultarlo, aunque frunciendo el ceño después –No sé por qué, pensé que vendrías esta noche. Me sentía inquieto.

–No lo digas como si no hubieras venido por ese solo motivo –se puso la camiseta mientras se quitaba los pantalones del traje.

–Ha pasado mucho tiempo. Por lo menos esperaba una llamada de mi mejor amigo –le contestó, frunciendo el ceño y sentándose para atarse los deportivos –. ¿Tan ocupado has estado?

–No hagas una escena… –le advirtió.

–¿Por qué crees que haré una escena? Somos hombres adultos, los dos –apretó los cordones de sus deportivos con fuerza, súbitamente deseando golpearle.

–Claro… es sólo que a veces a ti se te olvida –el moreno se sacó el reloj de la muñeca, y lo guardó en la bolsa antes de lanzarla al interior de la taquilla. Torció un poco la cabeza, estallándose el cuello, y sin percatarse, esperando en la puerta del vestuario a que terminase de cambiarse.

El rubio llegó a su lado, mirándolo de soslayo, sentía la sangre hirviéndole.

–Sígueme tratando así y te besaré aquí mismo – le amenazó, sólo por furia. Por supuesto que no iba a hacer algo como aquello. Pero a veces le parecía que el moreno olvidaba que eran amigos, no tenía por qué ser tan agresivo por más que tuviese temor.

–No lo harías –sentenció serio. En realidad estaba seguro de que le habría golpeado si hiciera eso. Se dedicó a hacer calentamientos, aún tenso. Acto seguido se sentó en una máquina de musculación –. No sé qué es lo que quieres…

–¿Aún somos amigos, Masa? –le preguntó, halándose de un brazo para estirarse –Por lo menos eso.

–Sabes… que sí –cerró los hierros por delante de su cara y siguió haciendo ejercicio. Era difícil aquella situación, por un lado saber que no debía estar con él, y por el otro el miedo a perderlo. Mucho había aguantado ya. Pero él también aguantaba, y ya hacía tiempo que parecía ser el único maduro ante aquella situación inverosímil –¿Ya has cenado?

–Aún no, comí algo antes de venir. No es bueno hacer ejercicio con el estómago vacío –le recordó, sentándose en la máquina a su lado, y empezando a mover los brazos, cuidadosa, pero pensativamente –¿Has cenado?

–No tenía hambre… –murmuró, resoplando por el esfuerzo y deteniéndose un momento –Comeré algo cuando llegue a casa le dijo, cambiando de idea respecto a lo anterior en cuestión de segundos.

–No es saludable –le contestó sin mirarlo, ya que comprendía lo que acababa de suceder. No era necesario que se comportase así. ¿Qué tenía de extraño que dos amigos salieran a cenar juntos luego de encontrarse en el gimnasio?

–No soy saludable –le contestó. Preguntándose lo que diría de saber que fumaba. Alzó una ceja, levantándose y poniéndose unos guantes antes de coger unas pesas y alzarlas delante del espejo. Observó el reflejo del rubio, y cómo los músculos se marcaban en sus brazos al hacer fuerza. Desvió la mirada a sus propios brazos, concentrándose en lo que hacía –. ¿Estás haciendo poco ejercicio? Has perdido forma.

–¿Cómo? –se quedó paralizado por un momento, frunciendo el ceño luego y retomando el ejercicio con más ahínco –No... Hago lo mismo de siempre, los fines de semana –se miró al espejo, disimulando. ¿De verdad se veía tan mal?

–Sí, supongo que me he fijado mal… –se sentó en una banca frente a él, y apoyó su propio codo en la pierna para trabajar mejor el bíceps. Lo cierto es que se veía tan bien como siempre, nunca perdía ese aire juvenil. Era un hombre muy atractivo, podía desnudarlo con la mirada, conocía muy bien ese cuerpo. Apartó la vista y echó una ojeada al gimnasio, a pesar de que a esas horas no había nadie allí. La mayoría estaban en sus sesiones –. ¿Qué tal tu hijo? –le preguntó por evadir el incómodo silencio, o la posibilidad a regresar a una conversación desagradable.

–Está bien, bueno... Me llamó hace dos días. Dice que está resfriado y se está volviendo loco. Ya te imaginas, el médico le dijo que no podía nadar por unos días... –sonrió de manera tierna sin poder evitarlo, poniéndose serio enseguida y cambiándose a la máquina de al lado.

Masamitsu lo siguió un momento con la mirada, frunciendo el ceño después, y siguiendo con las pesas, usando ahora el otro brazo.
–Es una lástima que no haya querido estudiar medicina.

–Eso pensé en un principio, pero quiero que haga lo que le guste... Siempre y cuando esté bien preparado –suspiró, bajando los brazos y volviéndolos a subir cuidadosamente –. ¿Qué tal los tuyos?

–Como siempre… uno responsable, y el otro rebelde –suspiró con fuerza, pensando en el chico que estaba con su pequeño. Frunció el ceño apretando la barra de la pesa.

–Pero son buenos chicos, aún así... –sonrió el rubio sin mirarlo, pensando en que le gustaría volver a tener aquella libertad. Los jóvenes no apreciaban la juventud. Frunció el ceño intentando sacarse aquello de la mente. Todos esos comentarios le estaban afectando.

–Sí –dejó las pesas y se levantó para hacer unos estiramientos con los brazos antes de acostarse en la colchoneta para hacer flexiones –. Nosotros también hicimos nuestros intentos de rebeldía… – le dijo, hablando con algo de esfuerzo.

–¿Intentos? Yo diría que fueron bastante claros, ¿no? –lo observó, dejando de hacer ejercicios por un momento. ¿Estaba siendo un necio? Tal vez debería dejarlo ir.

–No me estaba refiriendo a eso… –respiró con fuerza y siguió haciendo flexiones. Siempre estaba pensando en ellos como pareja. Parecía no entender que no tenía sentido ninguno.

–No, por supuesto que no –suspiró el rubio, continuando. Ni siquiera estaba prestando atención a lo que hacía. Lo peor de todo es que lo estaba volviendo loco con tantas flexiones, no podía evitar notar su cuerpo, sus músculos... –. ¿A qué te referías entonces?

–A muchas cosas –se detuvo ya que así no podía hablar, y se sentó con la espalda contra el espejo –. La primera vez que faltamos a clase, o las ocasiones en las que nos escapamos durante la noche… –se pasó una mano por la frente, secándose el sudor y pensando en los motivos de haber hecho esas cosas. Araiso tenía razón.

El rubio sonrió, recordando, deseando una vez más poder hacer regresar el tiempo.

–Fueron tiempos muy divertidos. ¿Alguna vez piensas en si te hubiera gustado tomar otro camino? Hacer algo diferente...

–Prefiero no pensar en cosas inútiles… bastante tengo con pensar en mis preocupaciones como para ponerme a divagar… –se recostó de nuevo en el suelo para hacer abdominales. Por supuesto que pensaba a veces en ello. Echaba de menos aquella libertad que se siente cuando son pocas las responsabilidades que cargas.

Araiso suspiró, levantándose de la máquina y agachándose frente a él, sujetando sus piernas como cuando tomaban clases de educación física.

–Los recuerdos no son cosas inútiles. Son parte de tu vida. Sin eso, ¿qué te queda?

El moreno lo observó un poco nervioso. No le parecía muy adecuado, pero trató de continuar sin decir nada al respecto.

–Tal vez sea mejor olvidar algunas cosas, o es imposible seguir adelante –le incomodaba levantarse en cada ejercicio, y tenerlo así de cerca –. Mi mujer me dijo que te veía a menudo con un hombre joven. Deberías ser más discreto…

–¿Discreto? ¿En qué? ¿En hablar con mis colegas? ¿En pedir la orden en algún restaurante? –frunció el ceño sin comprenderlo. ¿Ahora le iba a reñir por cosas que ni siquiera tenían que ver con él? –No sucede lo que estás pensando.

–Yo sólo estoy pensando en algo… y es en la circulación de la sangre en mis tobillos como sigas apretándome de ese modo –se sentó y lo miró a los ojos, frunciendo el ceño ligeramente y sujetándole una mano para que aflojase –. No hace falta que te alteres.

–No estoy alterado. No es como que te importe lo que hago o dejo de hacer, ¿o me equivoco? –se soltó de su mano, enrojeciendo –No me gusta que me acusen de cosas que no he hecho.

–Y a mí no me gusta que te apartes como si tuviera algo contagioso. Suficiente… ya estás haciendo una escena… –se levantó, cogiendo su toalla y regresando a los cambiadores. ¿Cómo se podía ser tan irritante?

Araiso permaneció allí arrodillado, sus manos temblando. Al cabo de un minuto, se puso de pie, siguiéndolo hasta los cambiadores y deteniéndose frente a él, mirándolo a los ojos.

Masamitsu lo miró también fijamente.

–No hagas una estupidez de la que vayas a arrepentirte… –le advirtió frunciendo el ceño.

–No, no tienes que temer –le contestó, quitándose de enfrente y empezando a cambiarse. No tenía ganas, lo cierto es que hubiese preferido irse así mismo, pero no estaba bien –. No voy a seguir molestándote.

El moreno lo miró de soslayo. Eso no se lo había esperado, creía que iba a golpearle. De pronto sintió miedo de perderlo, pero era demasiado orgulloso para disculparse.

–No saques las cosas de quicio…

Araiso sonrió con algo de tristeza.

–Entonces supongo que me llamarás esta semana, como llevas haciéndolo todo este tiempo. Somos amigos, ¿no? –contestó de manera sarcástica, aunque sin mucho espíritu.

El moreno apretó las mandíbulas ligeramente.

–Somos amigos… vamos a tomar algo –le ofreció para tranquilizarlo.

–¿No te preocupa que nos vean? –le preguntó, mirándolo de reojo y pensando que siempre estaban igual.

–Le dije a mi mujer que no me esperase despierta… –le dijo mientras se cambiaba.

–No me refería a eso –terminó de vestirse, acomodándose el cabello con cuidado, pensando por un momento en que su hijo siempre tenía algo más que acomodarle sin importar cuanto tiempo hubiese pasado peinándose. Él no tenía a nadie a quien avisar.

–Pues no sé a qué te referías… ¿Quieres que vaya a tu casa o no? –le preguntó, molesto por su falta de comprensión. Preguntándose si lo que quería era que se lo pidiera.

–No, sí, por supuesto. Disculpa, estaba distraído –le sonrió, recogiendo sus cosas y esperándolo. Por supuesto, nadie los vería en su casa.

Masamitsu negó con la cabeza al verlo sonreír. ¿No podía disimular un poco? Carraspeó aguantándose las ganas de imitar su gesto.
–Ve delante, ya iré yo después.

– No tardes... –le pidió, alejándose un poco nervioso. Seguía sin comprender qué tenía de extraño que dos amigos de toda la vida, salieran juntos del gimnasio.

.....

El moreno se bajó del coche unas calles más allá y cogió un cigarro del bolsillo de la chaqueta, aprovechando el camino para apurárselo. De nuevo aquella sensación de no estar haciendo lo correcto. Sin embargo, no podía permitirse sacarlo de sus casillas, y estaba claro que hoy no estaba dispuesto a soportar un no por respuesta.

Dejó caer la ceniza observando el pavimento, le hubiera gustado tener el valor de haberlo dejado ir. Llamó al timbre y dejó caer el cigarro afuera.

Araiso se miró al espejo una vez más, enrojeciendo luego por estarse comportando como un chiquillo. Exhaló, calmando sus nervios y dirigiéndose a abrir la puerta. No debió haber accedido tan fácilmente, pero nunca podía negarse a Masamitsu.

–Pasa... te estaba esperando –le sonrió, más nervioso aún.

El moreno entró, suspirando pesadamente y quitándose el abrigo para dejarlo en el perchero.

–Hacía tiempo que no venía.

–Demasiado. Yo... pensé que cuando mi hijo se fuera tendríamos más tiempo –cerró la puerta tras de sí, preguntándose qué hacer. No quería enfadarlo y que se fuera nuevamente. Pero lo había extrañado mucho.

–¿Me pones una copa?... –le preguntó, observándolo y notando que estaba nervioso. Él también estaba incómodo. Se sentó en un sillón, rozando el reposa brazos con los dedos, y cogiendo una fotografía de ambos cuando estaban en el instituto.

–Claro –asintió yendo a donde tenía los licores y sirviéndole una de lo que solía beber el moreno. –. Nos veíamos muy distintos, ¿no lo crees?

–Tú no… –dejó la foto donde estaba y lo observó pensativo –. Tu hijo se parece mucho a ti… siempre lo pienso cuando lo veo.

–Sí, supongo... espero que no haya heredado mi mal juicio también –sonrió, sentándose en el sofá y observándolo –, pero me hacían recordar, nuestros chicos, cuando los veía juntos.

–Prefiero no pensar en eso… Ya creo que mis hijos son unos desviados por mi culpa –respiró con fuerza y cogió el vaso de la mesita, bebiendo un trago e intentando relajarse.

–No son unos desviados, y me refería a nuestra amistad. Masa, a veces eres... –exhaló, decidiendo dejarlo allí, y bebiendo de la copa que se había servido.

–¿Qué? ¿Te desespero? –le preguntó mirándolo a los ojos –Siempre lo he hecho, creí que echabas de menos los viejos tiempos…
–Y eres un paranoico, aunque siempre eras tú quien me convencía de hacer las cosas... –protestó, enrojeciendo y escudándose tras su copa.

–Porque tú me provocabas… –le acusó de vuelta.

– Yo nunca te provoqué a faltar a clases, eso lo decidiste tú solo. Tampoco te provoqué a fumar –le contestó, mirándolo, sintiéndose relajado ahora.

–No… ¿Cómo le llamas tú a “Masa no existe ningún modo de ir a tal sitio sin que se entere nadie ¿verdad? O... Masa, ¿a qué crees que saben los cigarros?” Eso es provocar… Sabes que no puedo resistirme a ello.

–No, sólo era curiosidad... –hizo un gesto con los labios como protestando, echándose a reír luego. Por supuesto, enrojeciendo casi al instante –. No quiero perderte.

–No iré a ningún lado –le aseguró, observando sus gestos y apoyando las manos en los reposabrazos. Le parecía un crío cuando se reía así, era agradable –, aunque en una semana tengo que hacer un viaje.

–Me gustaría ir contigo. Sería agradable, desaparecer por un tiempo –sonrió, a sabiendas de que sólo fantaseaba, y le sujetó una mano con delicadeza –. ¿Por cuánto tiempo estarás fuera?

–No sé cuanto tiempo me tomará –observó su mano y se dejó hacer. No era la primera vez que le proponía una escapada. Siempre tenía una buena excusa, era demasiado descarado hacer algo así. Nunca sabía si realmente hablaba en serio o bromeaba –, pero estoy seguro de que no te resultaría divertido… –le dijo por si acaso.

–No, nunca me gustaron esas cosas de negocios. Sólo las soporto cuando es necesario –contestó, aliviado de que no fuesen tan frecuentes en su profesión. Se inclinó un poco más hacia él, observando aquellos labios.

–Ven… –le sujetó la mano, y tiró un poco de él a la vez que se recostaba más contra el respaldo del sofá.

El rubio se acercó, subiendo una rodilla sobre el sillón y, observándolo. Se preguntaba si realmente aquello era posible. Si realmente él era el único enamorado.

Las caricias del moreno en su rostro eran rudas. Le revolvía el cabello en la nuca con las puntas de los dedos y le apretaba el cuello ligeramente mientras lo besaba.

Masa estaba seguro de que se habría sentido infiel con cualquier otra persona. Pero no con él. Apoyó la otra mano en sus nalgas, y las apretó con fuerza, pegándole una palmada en ellas. Él desataba el deseo en todo su cuerpo.

–Masa... –jadeó el rubio contra su oreja, lamiéndola y bajando por su cuello luego, a la vez que iba abriendo su camisa. Se sentía descontrolado, seguramente por el tiempo que había pasado.

–No hagas eso, estoy sudado… –le riñó a pesar de que su rostro no se veía tan convencido como sus palabras daban a entender. Le abrió el pantalón y tiró de la cintura del mismo para pegarlo contra sí. Sujetando sus nalgas de nuevo, arrastrando su ropa con los dedos y haciéndolo rozarse contra su sexo.

–Ah... Entonces... tomamos una ducha juntos. Nadie nos ve –sugirió, enrojeciendo y sujetando su rostro para besarlo. No solía ser tan atrevido, seguramente estaba mal. Pero no podía contenerse.

–No me importa tu sudor… –lo miró a los ojos mientras abría su camisa. Quitándosela y apretándole los brazos. Se inclinó hacia delante y arañó sus pectorales con los dientes. Respiraba pesadamente y su mano comenzaba a buscar por dentro del pantalón, el sexo del otro hombre.

–Pues a mí... no me importa el tuyo –Araiso dejó escapar un gemido al sentir su mano sobre el sexo, y ocultó el rostro en el cuello del moreno, besándolo y succionando. No, al contrario, le encantaba su olor, todo en él.

–No me marques… –le advirtió, respirando con fuerza y estrujando sus nalgas con la otra mano. Deslizó los dedos entre ellas, tocando la entrada caliente en su cuerpo y apretando dos de ellos contra la misma, consiguiendo deslizarlos dentro de él. Seguía estando tan duro, tan terso como siempre. De sus labios escapó un ligero gruñido de excitación, al notar como sus nalgas lo apretaban y empujó la mesita con un pie.

–Nunca... te marco... –protestó aunque débilmente, la excitación era demasiada. Se aferró a su cuello con desesperación, volviendo a besarlo, moviéndose contra aquellos dedos mientras su pelvis se rozaba contra el sexo del moreno.

Masamitsu lo sujetó contra él y lo tumbó en el suelo. Nunca habría tumbado en el suelo a su mujer, ni siquiera podía imaginarla allí tirada. Pero Araiso se le hacía apetecible en aquel mismo momento, como y donde fuera. Le quitó los pantalones y la ropa interior de una vez. Sujetando su propio sexo y tocándose mientras lo observaba.

–Por Dios, Masa... –se tocó él mismo como reflejo, gimiendo, cada vez más caliente. Lo deseaba dentro de su cuerpo, no le importaba si aquello estaba mal, o si era un enfermo. Sólo sabía que lo deseaba y lo amaba, que lo volvía loco.

El moreno le apartó la mano como si sólo él pudiera tocarlo. Sujetó sus muñecas contra el suelo a los lados de su cuerpo y se inclinó sobre él para lamer su sexo. Despertaba todos sus sentidos, olía a fresco y su piel ardía. Estaba duro como un hierro.

Araiso entrecerró los ojos, sintiendo que enrojecía por cómo lo trataba. No le molestaba que lo sujetase con sus fuertes manos, su lengua le estaba quemando. Movió las nalgas, dejándose llevar por aquellas sensaciones, gimiendo aún más.

–Masaaaaa...

Masamitsu subió por su cuerpo, lamiendo su abdomen y mordiendo suavemente los músculos marcados en él. Recordaba muy bien la primera vez que habían comenzado a jugar de aquella forma desviada. Ya no habían podido detenerse, nunca más. Empujó abruptamente su sexo en el cuerpo del rubio y se apoyó a un lado de su cara con el codo, besándolo profundamente y mirando sus ojos de forma agresiva. No sabía por qué, pero tampoco era el momento de pensar.

Araiso bajó la mirada, cohibido aún en esos momentos, sujetándolo de pronto para besarlo de nuevo, perdiéndose en él. Alzó un poco una pierna, permitiendo que entrase más profundamente. No quería que se separase nunca de él.

La lengua del moreno se hundía en su boca, succionando la suya y arrastrando los dientes por ella. Araiso lo ponía tan caliente que no podía acallar gruñidos que surgían al contenerse. Le besó el cuello, lamiendo la piel de su pecho y sujetándole ambas piernas para darse más espacio. Lo embestía con todas sus fuerzas, sin ninguna lógica o control. El cabello húmedo le golpeaba el rostro.

La mano del rubio bajó por su cuello y su espalda sudada, apretándolo contra sí, temblando por la pasión, sus deseos contenidos por tanto tiempo. El orgasmo llegó incluso antes de lo esperado, haciendo que el hombre gimiese en voz alta a pesar de que intentaba controlarse, su cuerpo entero ardiendo, su sexo derramando el líquido blanquecino contra el abdomen de Masamitsu.

–Te... a... hmpf... –gimió, cortado por un nuevo beso.

El moreno frunció el ceño sin dejar de besarlo, golpeándose contra él y sintiendo su semen contra el abdomen, resbalando entre sus piernas y haciendo la penetración aún más placentera.

–Ogh… –apretó las mandíbulas, notando como se corría abundantemente dentro del rubio y le mordió la mandíbula. Cerró los ojos y soltó sus piernas al tiempo que se recostaba cansado sobre él.

–Masa... –sonrió el otro hombre, acariciando su cabello como cuando eran adolescentes. ¿De verdad estaba tan mal aquello? No quería ni pensarlo. No quería pensar en nada negativo cuando estaba con él –Quédate un rato.

–No deberíamos estar en el suelo… –murmuró, demasiado agotado y satisfecho como para hacer señales de moverse de allí. Tenía que ducharse antes de regresar a casa.

–No, pero es tu culpa de nuevo –sonrió un poco sin alzar la mirada –. No me siento muy responsable ahora...

–Tú me provocaste. Además, lo deseabas –se giró un poco, recostándose a su lado en la alfombra de bambú, y pasándose la mano por la cara.

–No seas necio. Tú también lo deseabas – continuó sonriendo, mirándolo por fin con aquel rubor en sus mejillas.

El moreno no dijo nada y se apoyó una mano en el pecho.

–Somos un desastre. Siempre sucede lo mismo.

–No puedo evitarlo, Masa –Araiso se sentó, respirando un poco más calmado ahora, desviando la mirada –Sabes lo que siento.

–Tengo que ducharme… –el moreno se levantó, cogiendo su ropa del sillón.

Araiso frunció el ceño, comprendiendo perfectamente. Era un idiota, siempre deseando verlo, deseando que alguna vez le contestase que él también sentía lo mismo. Dejando que hiciera lo que deseara, ni siquiera era algo normal.

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martes, junio 24, 2008

Serious bussines

Próximamente estrenaremos un nuevo Fanfic yaoi / Novela Homoerótica, y como siempre, te invitamos a leerlo en nuestra página web, o con todas nosotras en el foro.

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Titulo: Serious Business

Estado: Próximamente

Clasificación:+18 años

Genero: Drama, Angustia, Relaciones Intepersonales, Romance, Lemon, soft BDSM...

Argumento:

Arashi Masamitsu y Fujiwara Araiso, dos adultos profesionales con carreras exitosas y una vida familiar completa. Dos amigos de toda la vida que luego de esforzarse arduamente, han conseguido alcanzar la estabilidad y la paz que llega con el trabajo duro y los años. Sin embargo, entre ellos hay un pequeño secreto, una relación que va más allá de la simple amistad, y una palabra que ni ellos mismos se atreverían a pronunciar en voz alta por miedo al ridículo y a la tragedia. Pero los secretos afectan a todos los que nos rodean, incluso a aquellos que pensamos no se darán cuenta. Y pasado el suficiente tiempo, el peso de un pequeño secreto puede llegar a ser enorme.


jueves, junio 19, 2008

Lovely complex Movie.





http://www.lovecom-movie.com/



Basada en un manga de Aya Nakahara que antes fue serializado en un anime de 24 episodios.

Trata sobre dos chicos, Risa koizumi de 175 cm de alto (supera con mucho la media de una japonesa) y Otani, un chico de 1,26 m (ni siquiera alcanza la media japonesa)

Ambos han tenido problemas en el amor anteriormente, por culpa de sus alturas, para los chicos, Risa es demasiado alta, para las chicas Otani es un taponcillo.

Los dos son muy parecidos en todo, y se llevan genial, sin embargo, no se ven el uno al otro como pareja, por culpa de la barrera que supone sus alturas.

Básicamente, y como ya se nota, pues es una comedia romámtica. A mi modo de ver, la película no está mal, pero no pasa de ahí, algo entretenido. La serie de anime le supera, y con mucho.

Cast:





Risa Koizumi - Ema Fujisawa

Atsushi ?tani - Teppei Koike

Nobuko Ishihara - Nami Tamaki

Heikichi Nakao -Yusuke Yamazaki

Chiharu Tanaka - Risa Kudo

Ryoji Suzuki - Hiro Mizushima

Kuniumi Maitake - Shosuke Tanihara






miércoles, junio 11, 2008

Pitfall Yaoi Fanfic

¿Aún no estás leyendo Pitfall? Sólo faltan unos capítulos para llegar al final y resolver el misterio.

Argumento:

Hay un lugar secreto debajo del antiguo gimnasio... Si vas de noche, puedes escuchar gritos y gemidos... Mi primo ha visto a los fantasmas... Dicen que un niño pasó una noche allí y nunca lo volvieron a ver...” En todo pueblo hay rumores, así como en todo pueblo hay algún lugar tácitamente prohibido para quienes crean en estos rumores. Y por supuesto, también existen aquellos que desean retarse a sí mismos traspasando la invisible muralla de sus propios miedos. Una apacible noche de verano, cuatro amigos deciden ir a probar su valor en el viejo gimnasio, pero sólo de tres de ellos regresaron. Varios años han transcurrido y aquel viejo secreto los llama ahora desde el pasado, mientras una nueva generación está por descubrir qué se esconde bajo el antiguo edificio.

Capítulo 1
Today, Tomorrow and for the rest of our Lifes

Una ráfaga de viento atravesó las copas de los árboles, como un aviso silencioso, provocando que los cuatro niños se estremecieran a la vez, aunque ninguno lo admitiría, cada cual intentando parecer más valiente que el otro.

Sazae golpeó su linterna para que brillase con más intensidad. Debería de haberle puesto pilas nuevas antes de salir, pero siempre lo olvidaba. – ¿Quién baja primero? – preguntó el niño de diez años, con voz autoritaria, en realidad enmascarando su deseo de no ser él.

–Echémoslo a suertes…– dijo el más mayor, colocándose la mano tras la espalda para jugárselo cuanto antes.

–Tú eres el mayor, no seas gallina… –Ikemoto lo empujó un poco para que se adelantase. –Vamos, ¿O es que estás cagado? –lo retó, forzando la situación para no ser él quien entrase.

– ¡Esta bien! Yo lo haré… como si tuviese miedo…– el chico se adelantó un poco entre los árboles del instituto. Alzó la vista, a esas horas de la noche tenía otro aspecto, un aspecto lúgubre. Sólo rogaba porque todos aquellos cuentos que su hermano mayor les había estado narrando fuesen una mentira.

Ikemoto lo siguió de cerca, alumbrando con su linterna y sintiendo frío por el miedo que tenía. –Vamos. –les dijo a los otros para que no se escaqueasen.

– Tengo miedo. – murmuró la única niña del grupo, mirando un poco hacia atrás. Aún así, le daba miedo regresar sola en esa oscuridad.

– No pasa nada, yo te protejo... – sonrió Sazae, tomándola de la mano antes de bajar, continuando en su mente. “E Ikemoto me protege a mí y Arata le protege a él... Pero no va a pasar nada.”

– ¿Seguro que era por ahí? –el moreno miró al mayor que seguía caminando entre los árboles hasta llegar al almacén del patio.

–Sí. –susurró el chico, como si por estar haciendo algo prohibido de pronto pudiesen escucharlos. Giró la manilla y pasó al interior del almacén. –Aquí hay una trampilla… –les explicó. –En algún lado.

–Espero que no fuera otra mentira de tu hermano…– protestó Ikemoto, dirigiendo la luz de su linterna hacia el chico, e internamente deseando que sí lo hubiera sido y no hubiese ninguna trampilla.

Sin embargo, allí estaba, cubierta de polvo y telarañas, pero real de cualquier manera. Sazae se agachó, golpeando su linterna de nuevo y casi pegando un salto cuando la niña a su lado le gritó.

– ¡No me sueltes!

– Sh... No seas escandalosa. Luego me gritas si se apaga la linterna también. – frunció el ceño con cara de fastidio, demostrando así que él sí era valiente, por supuesto. – Y ahora... ¿Entramos ahí?

–No, ahora nos quedamos aquí y le sacamos brillo…– se burló Ikemoto, pegándole flojo con su linterna en la cabeza y distrayendo su propio miedo haciéndose el chulito. –Entra, Arata.

– ¿Seguro?... Está muy oscuro, mejor nos vamos…– el chico los miró asustado, pero Ikemoto abría la trampilla y miraba adentro.

Se tapó la nariz y los observó. –Huele a muerto…– les dijo, aunque no tenía ni idea de cómo olía un muerto. Sólo olía a humedad y estaba muy oscuro. – ¿Es que tenéis miedo? –les preguntó, sonriendo y deseando un sí generalizado para hacerse de rogar un poco y luego poder irse triunfal.

– Pues... si queréis voy yo primero. –se ofreció el otro chico con voz temblorosa, no quería que pensaran que era un gallina. Dio un paso adelante, aliviado cuando Arata le detuvo.

– Yo no tengo miedo. – le aseguró, como diciendo que no le iba a ganar un niño menor que él.

–Pues entra de una vez…– Ikemoto se hartó por lo nervioso que estaba y se levantó, zarandeando una mano para hacerlo entrar.

–Voy…– el chico sujetó la linterna entre los dientes y comenzó a bajar por las escaleras escavadas en tierra. –Hace frío aquí…– les dijo mientras bajaba hacia el foso.

–Tú sigue bajando…– le dijo el mediano sin atreverse aún a dar un paso.

– ¿Qué ves? – le preguntó Sazae, alumbrando un poco con la linterna, aunque sólo se topaba con tierra, nada interesante. – Arata... que te estoy hablando...

– Pues no se ve nada, espera... – desde abajo se escuchó un sonido y un gritito, como de golpe.

– ¿Qué? ¿Qué ha sido eso? Arata… ¡Arata! – empezó a llamarlo la niña, espantándose.

– ¡Me he tropezado! ¡Bajad ya! – casi se rió el niño ante tanto histerismo, Sazae resoplando por la tontería. Él había dicho que no la llevasen. Aunque la verdad, estaba molesto porque también lo había asustado a él.

–Ya vamos…– Ikemoto suspiró, todo aquello era una tontería. Él ya tenía doce años, no era un bebé para estar asustado de un foso oscuro. Se prendió la linterna en la cintura de los pantalones, y sujetó sus manos al borde del foso. Mirando al menor. –No te vayas a peer en mi cara mientras bajas, Sazae-chan…– se rió, de nuevo buscando valor en distraerse.

–No digas tonterías, Ike-chan. – se rió por llamarlo así, entregándole la linterna a la niña antes de bajar. – No dejes de alumbrar que no me quiero romper algo...

–No…– la chica se acuclilló en la entrada, alumbrándolos, y rogando porque perdiesen el interés antes de que le tocase a ella. Por otra parte, tampoco le emocionaba la idea de quedarse allí sola.

–Arata…– Ikemoto lo llamó, ya que se había quedado callado. Pero lo veía moverse, o al menos esperaba que fuese él. Claro que era él… – ¡Arata, ¿te has cagado ya?! –preguntó reído, aunque el que estaba asustado era él.

De pronto se escuchó un alarido. Era Arata. Ikemoto sujetó una de sus manos a la pierna de Sazae. – ¡No! ¡Sube! ¡Sube ya! ¡Déjame subir! –le gritó mientras los alaridos no se detenían en el fondo del foso.

– ¡¿Qué?! ¡¿Qué pasa?! –gritó la niña arriba, finalmente lanzando la linterna abajo y echando a correr entre lágrimas.

– ¡Ayame! ¿Qué pasa? – Sazae empezó a subir a las prisas, casi resbalando por un momento, pero Ikemoto lo empujó hacia arriba. Salió de aquel agujero gateando, buscando su linterna y maldiciendo a la niña por haberse ido así. Le temblaban las manos violentamente. Seguramente era una broma, eso, tenía que serlo.

Fuera como fuese, el moreno no lo dejó quedarse a pensar, se arrastró gateando por el suelo, lívido del miedo. Sujetando su mano, tiró de él, llevándolo a toda prisa a través del patio. Ahora el bosque parecía más cerrado, más angosto, y por algún motivo, era como si todos los demás sonidos de la tierra se hubieran silenciado. No sonaba el viento, ni los grillos, ni sus pasos, nada.

Sazae corría sin atreverse a mirar atrás, como si algo terrible les estuviese persiguiendo, algo que mientras no se voltease a verlo, no les atraparía. Apretaba la mano de Ikemoto con fuerza, incluso sentía ganas de llorar por el miedo.

El chico tropezó con las ramas partidas, escuchó un jadeo salir de sus labios, un grito mudo por el miedo. Se enderezó de nuevo y siguió corriendo hacia la luz de las farolas al final del sendero.

– ¡Espera, Ikemoto! – Sazae, que había caído con él, se levantó también, siguiéndolo aterrorizado por quedarse atrás. – ¡Espérame!

.....

–Ah... – el profesor se estremeció ligeramente sobre su escritorio, despertando de aquella pesadilla y pasándose una mano por los ojos. Detestaba soñar con aquello. Detestaba sentirse así, asustado, como debía de haberse sentido Arata al ser dejado atrás. Carraspeó, alisándose el alborotado cabello y abriendo uno de los cajones para sacar una botella de agua y un calmante. No quería que lo vieran sus alumnos en ese estado, pero lamentablemente uno de ellos estaba observándolo desde detrás de la silla.

– ¿Qué es eso? – le preguntó refiriéndose a la pastilla. Riéndose después. – O debería decir: buenos días, sensei. –se sentó en la silla frente a él y juntó las manos frente a su propio rostro. –Porfa… por favor…– le dijo antes siquiera de pedirle lo que tenía en mente. Olvidándose de la pastilla con rapidez.

– Hasegawa-kun. – le sonrió el profesor, poniéndose las gafas y observándolo. – Eso era para el dolor de cabeza. ¿Se te ofrece algo sin que tenga que leerte la mente?

–Eso sería increíble, pero me conformaré con algo mucho más sencillo…– se movió un poco en la silla, sonriendo. Su flequillo negro y violeta cubriéndole parte de la cara sin que el chico hiciese nada por evitarlo. –Es sobre… este…– se rió un poco, perdiendo fuerzas conforme iba explicándose. Sabía que se iba a negar. –Este recital de poesía. – Carraspeó un poco. Mostrándole un flyer que le habían mandado al e-mail y él había impreso.

–Ya, es interesante. – le contestó, observando el flyer, un poco incómodo. Le agradaba el chico, y al menos se interesaba por sus clases, pero nunca sabía qué decirle. –Sin embargo sabes que no puedo. Tal vez deberías invitar a uno de tus amigos. ¿No te parece más divertido que ir con tu profesor?

Senzo suspiró con fuerza, echándose hacia atrás en el asiento y mirándolo a los ojos. –No tengo amigos… ¿Por qué no? Ahora ya tengo dieciocho, los cumplí ayer… y no lleva en la cara escrito que sea mi profesor. – apoyó las manos en la mesa y la frente sobre ellas. –Por favor…

– Pero soy tu profesor, no es apropiado. Sé que lo comprendes, Hasegawa-kun. Eres un chico inteligente. – lo miró a los ojos, deseando poder ayudarlo. – Si realmente te interesa la poesía, tal vez conozcas a alguien allí.

–No puedo ir, no tengo coche, ni permiso, mis padres no me llevan y usted tampoco… –se echó hacia atrás de nuevo, dejándose escurrir por el asiento, aunque se le subía la camiseta por el ombligo. Mirándolo fijamente. –Me falta muy poco para traumatizarme, lo haré si no me llevas… llévame… –le pidió serio, ya que realmente le afectaba su negativa.

– No creo que debas traumatizarte por algo así. Aún eres muy joven. A ver, dime, ¿qué dirían tus padres de que vayas con un profesor? – se cruzó de brazos, inclinándose hacia adelante sobre el escritorio.

–Que me corte el cabello y me haga un hombre. Es lo que me dicen cuando les hablo de usted. Pero no comprenden nada. –miró a un lado y se cruzó de brazos también. –Me traumatizo…– insistió, mirándolo a los ojos de nuevo. –Quiero ir, me muero aquí encerrado con todos estos paletos, por favooor… seguro que usted también odia esto… paletolandia.

– No digas eso. – le cortó de manera tajante. – Los otros chicos son como tú, Hasegawa-kun. Tienen tantos problemas, dificultades y posibilidades como tú. No deberías ser así con ellos. –le riñó, sacándose las gafas, pensativo. – No puedo ir en contra de los deseos de tus padres.

–A ellos les da igual, les parecerá bien. Dirán que tome ejemplo. – apoyó las manos en los reposabrazos, sintiéndose reprendido y bajando un poco la mirada. –Son todos unos idiotas. ¿Es que no ve de lo que hablan? De tele y de tetas… o de deporte. Y yo odio todo eso.

– Vamos, no puede ser tan malo, estoy seguro de que hay otros chicos como tú. – le tocó el hombro con una mano, intentando animarlo. Podía comprenderlo, la verdad. – Bien, mira... No es que no quiera llevarte. Me alegra mucho que te interese la poesía, en serio. Pero no se vería bien que salga de noche con uno de mis alumnos. Aunque fuese educativo.

El moreno empezó a dar pataditas en la pata de la mesa, sintiendo la mirada borrosa y levantándose despacio. –Gracias, iré a ver si me atropella un coche… ah no, si aquí circulan a 20. – se pasó la muñequera por un ojo y se fue del despacho, dejando escapar un resoplido mientras entraba en el baño.

Sazae suspiró, realmente deseaba llevarlo. Sabía cómo debía sentirse el chico. Pero también sabía las consecuencias que aquello podría acarrear. Tal vez no se lo pareciese, pero lo hacía por su bien.

.....

–Mierda…– susurró el chico al ver quienes estaban en el baño. No comprendía por qué tenían que estar siempre ahí.

Kenichi puso la pierna contra la puerta para impedirle el paso e inclinó un poco la cabeza para mirarle a la cara. –Se te está corriendo el rimel, Senzo…– se rió, notando que estaba llorando. No era la gran novedad. – ¿Qué pasó, se te rompió una uña?

–No, me dejó el novio… como no sé si podré soportarlo, he venido a llorar en tu hombro. – el chico le apoyó la mano en la pierna y el moreno la apartó.
–Saca de ahí, nenaza…– se quitó como si le diese alergia, y miró al pelirrojo que estaba con él.

Kogane se rió, cubriéndose la boca. – Por favor, ten algo de dignidad. ¿Sigues rondando al sensei? Causa perdida... – se miró al espejo, acomodándose un mechón de cabello y mirando a Kenichi por el reflejo, disimuladamente.

–Lo hago porque es interesante, no como vosotros…– el moreno se metió en el baño antes de que Kenichi le diera una colleja.

– ¡Te la daré igual cuando salgas! Atontado… –miró a Kogane de nuevo, y se sentó encima de los lavabos, apoyándose el cigarro en los labios. –Espero que no lo haya liado de nuevo para ir a algún sitio de esos. Ya sabes, esos muermos que le gustan al mariquita este. –le dio una patada a la puerta sin levantarse de donde estaba.

–No eres más duro por pegarle patadas a las puertas…– le dijo el moreno desde dentro. Pensando que debía haber buscado otro lugar donde encerrarse.

–Lo voy a matar… ¿Por qué no sales y ves lo que es duro?

–Tu polla no, eso seguro…– el chico se rió dentro del baño. Le iba a pegar cuando saliese. Tampoco le importaba, igual así le daba algo de lástima a Koyanagi-san y lo llevaba. Le iría a mostrar lo guays que eran.

– ¿Y tú cómo lo sabes? ¿Se la has mirado en clase de gimnasia o qué? Mirón... – se burló el pelirrojo, defendiendo a Kenichi a pesar de que aquello le había incomodado un poco. – Oye, ¿Nos vamos a quedar aquí esperando? Es un poco aburrido, ¿no?

–No gracias, yo no miro esas cosas nauseabundas…

–No, espera a que me acabe la truja al menos…– se rió por lo que el pelirrojo había dicho, y le dio otra calada. –Cállate, Hasegawa, a ver si te la meto hasta la traquea.

El moreno se rió dentro del baño. –Seguro…

–Vamos, porque si no lo mato. – el moreno meneó la cabeza un momento, y le lanzó la colilla por encima del agujero del baño, aunque ni lo rozó.

Senzo cogió la colilla y la observó un momento, antes de quemarse el brazo con ella. Frunció un poco el ceño y la apartó.
–Oh, pues no queremos eso... –se rió Kogane, rascándose un lado de la cabeza y alejándose. – Qué infantil es...

–Es un anormal. – Kenichi tomó aire y se estiró ruidosamente, sonriendo al ver a un amigo, y pegándole un puñetazo en el pecho, que el otro le devolvió reído.

–Eh Ken, Kogane… esta noche vamos a pillárnosla a casa de Takeda, sus padres están fuera. ¿Os apuntáis? Van a venir unas tías del femenino.

–Yo me apunto… –le contestó el moreno casi de forma instantánea, haciendo que el otro se riese.

– Sí, yo también. Pero no puedo quedarme hasta muy tarde. – contestó Kogane sin mucho entusiasmo, aunque intentando aparentarlo.

–Es una pena, las tías sólo vendrán a primera hora… después se piran. –el rubio se rascó el pecho y luego suspiró. Mirando la hora y apoyando una mano en el hombro del pelirrojo. – ¿Vamos?– Tenemos que cambiarnos. Los sujetó a ambos por los hombros mientras caminaba hacia el gimnasio.

– Mira que van a decir que eres gay tú también. – se rió Kogane, metiéndose un poco con él, aunque ahora se notaba más alegre. – Tengo que quedarme para las prácticas... ¿me esperas, Ken?

–Seh… –el moreno se sacó un poco del abrazo y se guardó las manos en los bolsillos. –De todos modos ese E.T. de Hiroki me hará los deberes… Me quedaré a echar un vistazo. A ver si con suerte viene Akira y jugamos al basket un rato.

–Yo también me apunto después. –el rubio sonrió, y señaló a un chico que estaba a lo lejos. – ¡Tú! Esta noche en casa de Takeda.

– ¿Eh? Vale…– le contestó el otro reído y meneando la cabeza.

– Y al final habrá más chicos que chicas en esa fiesta... – se rió de nuevo Kogane, empujando las puertas del cambiador y dedicándole una sonrisa algo maldita al chico que estaba allí, terminando de cambiarse tan rápido como podía, intentando pasar desapercibido.

–Eh… E.T. – Kenichi le apoyó la mano en la cabeza y se inclinó hacia delante, hablándole bien cerca. – ¿Me has hecho los deberes? –le preguntó casi con dulzura.

– S...sí... – asintió el chico, echándose un poco hacia atrás. No le agradaba para nada, pero no era estúpido como para estarlo desafiando a esas alturas. Se preguntaba como es que no se daban cuenta de que ese neandertal no hacía sus propios deberes.

–Bien hecho…– le dio una palmadita en la cara y sonrió, apartándose y quitándose la camiseta para ponérsela en la cabeza antes de coger la de gimnasia y los shorts. –Eh... Kogane, ¿Me quedo a comer en tu casa? ¿Te dejan tus viejos?

– Claro, y sabes que no me importa además. – sonrió, porque sabía que sus padres no veían con muy buenos ojos a Kenichi, pero eso hacía que a él le agradase más aún. Además, siempre les decía que lo estaba ayudando con sus estudios.

Hiroki mientras, se sacó la camiseta de la cabeza, dejándola sobre el banquillo con gesto de fastidio, intentando alejarse tan silenciosamente como le era posible.

Senzo entró en el gimnasio con cara de que su vida era un suplicio y miró a Kenichi, pasando entre él y el pelirrojo para ir a su taquilla. Sonrió cuando el moreno lo sujetó por la camiseta desde atrás.

– ¿Me vas a pegar? ¿Después de esto? –le mostró la quemadura y sonrió. –Verás como se la enseñe al director.

El moreno hizo una mueca. –Eso te lo has hecho tú, idiota…

Senzo lo miró a los ojos y luego a Kogane. –Explícale a este primate que nadie le creerá…

Kenichi lo soltó y le pegó una colleja en el cuello que resonó. Takeda, que acababa de entrar, propinándole otra sólo por unirse a la “fiesta.” – ¿Qué pasa? ¿Venís esta noche?

–Claro, tío…– el moreno se sentó para atarse las zapatillas. Sonriendo de nuevo y observando a Kogane. –Pero igual llegamos un poco tarde, llevamos unas botellas para compensar…– le dijo reído.

–Eres un jefazo…– el chico se rió, sentándose al lado del pelirrojo y cambiándose también.

– Sin licor no hay fiesta... –se rió el pelirrojo, acomodándose la camiseta antes de agacharse para atarse las zapatillas.


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jueves, junio 05, 2008

Hanazakari no Kimitachi e






Episodios: 12

Tema: Romance, instituto, shonen ai, y comedia, mucha comedia.

Argumento: Trata de una chica japonesa que se va de USA, donde vive con sus padres y entra a estudiar en un instituto, sólo para tíos. Pero no para cualquier chico, en realidad, sólo para chicos guapos jur El caso es que lo hace por alguien que estudia allí, Sano, a quien conoció en la televisión, durante una retrasmisión de high jump, y se convirtió en su idolo.

Bueno, así dicho, el argumento suena a tía imbécil y superficial... pero no es así, es que hay mucho más, que no quiero revelar. Porque en realidad, es una historia super mega baka, muy cómica, y con poco argumento. Es algo de sentimientos. (Ah... y para Venus... también es algo sobre la eterna lucha furby puppy xD)

Ya que el instituto es de ese modo, ya os estaréis imaginando que hay una cantidad desbordante de idols guapísimos... pues sí, así es xD... así que, como me canso, sólo voy a comentar a los protagonistas.

Personajes:

Horikita Maki, Ashiya Mizuki (Nobuta wo Produce / Galileo / Kurosagi)



Una chica sencilla, no muy femenina, con muy buen corazón, y diría que... bastante densa para los sentimientos propios y agenos xD. La verdad es que me agrada, de nuevo, esta actriz un 10! Claro, es la prota que nos ocupa, ya veis, que no es tan dificil tomarla por tío, la verdad, mucho menos cuando le ves esas piernas lol

Oguri Shun, Sano Izumi (ha hecho tantas cosas...Detective Conan, Hana Yori Dango, Gokusen, iWP, Azumi, GTO)


El prota, un chico callado, un poco amargado, y con muy mal genio, que no quiere que nadie entre en su vida. Un puppy... deportista, claro xD. Que por supuesto, acabará siendo el compañero de cuarto de Mizuki.

Ikuta Toma, Nakatsu Shuichi (Akihabara@deep / Hana yoti Dango 2...)



Lo amo... lo amo taaaaaaaanto... es la cosa más furby baka del mundo xD. Pronto se da cuenta, de que lo que siente por Mizuki, no son sólo ganas de ser su amigo, y eso lo pone, en situaciones de lo más hilarante, siendo tan furby como es... tan hilarantes como para ponerse a cantar "no soy homo, no soy homo" a los cuatro vientos xD Pero también... a sufrir... como buen furby ¬_¬

Kamikawa Takaya, Umeda Hokuto (la primera vez que lo veo, diría yo)



OMG... Es el doctor de la escuela, y es complétamente gay, pero de paso, no le interesan los chiquillos, sólo los adultos. Y es capaz de usar su sexualidad, como arma contra heteros despiadádamente xD. Es bastante cool, y realmente LOVE... Lo más gracioso, es que un día se tiró a una tía cuando estaba borracho, y desde entonces, esta le da escalofrios, o incluso vomita cuando la ve xDDDDD!


Shirota Yu , Kagurazaka Makoto (Tezukaaaaa! XD, Rookies,


Es un poco... el malosito de la historia, aunque yo creo, que en realidad no lo hace por maldad realmente... pero bueno, como no lo sé, no es spoiler, solo bakez XDDDD

Mizushima Hiro, Nanba Minami (Kabuto! / lovely complex)


Este... es un super furby womanizer xD Es el lider de dormitorio de la prota, y bueno... es que este actor es todo un caracter haga lo que haga xD

Kimura Ryo, Senri Nakao (puzzle / Watter Boys 2)



Un super GAAAY enamorado de Namba, y bastante exiliado de los demás, además de por maricona, por ser de esas... dañinas, además de descaradas xD Pero Namba no, él le hace pat pat igual, porque es furby bonito xD

También sale otro furby, el de Azumi, H2, etc archiconocido. Haciendo de furby on fire super bestiajo xD... Sale el Tsurugi (lol, no es su nombre) de kabuto, de nuevo haciendo de tío raro, esta vez, tiene poderes, ve fantaasmas y el aura de la gente, y alguna bakez más, es el apoyo del furby prota... y el unico que sabe de su problemilla homo, que no es homo xD

Bueno, y puf... salen más y más conocidos... y nunca se acaba, y todos me agradan, pero ya, que me dará algo si sigo... así que... si ya les entró la curiosidad... Sólo veánla. Tiene de todo, para gustar a fans del yaoi XD

100% recomended, por baka, por gay, y por fanservice a mazo... xD






domingo, junio 01, 2008

Nodame Cantabile Lv.Ac.





Nodame Cantabile



Episodios: 11

(A parte también existe Nodame Cantabile Shinshun Special in Europe +2 episodios, de los que no hablaré)

Basado en el manga de Tomoko Ninomiya, del que también hay un anime. Se trata de una comedia romántica entre Chiaki, y Nodame. Dos personas complétamente diferentes, con algo en común, su amor por la música.
Mientras que Chiaki es una persona seria, disciplinada y bastante orgullosa, Nodame es un completo desastre, pero pese a todo, es un genio tocando el piano, tiene lo que se diría... duende. Porque no es que la tía practique mucho, la verdad xD y por encima, no quiere dedicarse a la música, sino ser profesora de guardería.

Chiaki es una persona frustrada, se crió fuera de Japón, junto a su querido Viera, un director de orquesta al que admira, y del que deseaba ser su pupilo, sin embargo, debido a una serie de fobias, no es capaz de salir del país, y sin más remedio, se ve obligado a hacer lo que pueda allí.

Nodame es una chica despreocupada, que disfruta de la música, no se ducha, no ordena su cuarto y... simplemente se divierte. Pronto cae rendida por Chiaki, quien sin embargo, afirma que jamás se enamoraría de alguien como ella.

La historia trata de su evolución en la música, de sus sueños, pero también de lo que dos personas tan diferentes como ellos, pueden darse uno al otro. Ella le hará disfrutar y percatarse de las cosas más sencillas, y él le dará el valor que necesita, para apreciarse a sí misma, entre otras cosas. Yo espero que acaben juntitoooos xD

Pero la verdad es que ellos dos no son los únicos personajes interesantes.



Cast y personajes: (hay muchos, así que, sólo hablaré de los principales)

Tamaki Hiroshi es Chiaki Shinichi. (Water Boys, Great teacher Onizuka, etc)



(perdón por el SPAM XD... si ya, como si lo fuerais a lamentar XD)

Bueno, ya os hablé, mucho de él arriba. Así que, sólo me queda decir que es FIERA y mucho, por eso lo amo tanto. Tiene collejas para todos xD. Es realmente sexy, en todo lo que hace *_* Y jo ... jiji en 4 capitulos ya salió dos veces en la ducha jejejeje *¬* El actor, he de decir, que al menos aquí, es sublime.
Ah... en este último episodio, hizo algo tan bonitooooooooooo love

PD: ¿todos los ukes se ven tan bien durmiendo?

Ueno Juri como Nodame (Engine, etc)


En mi opinión la actriz sobreactua bastante, aunque como no he visto el anime, no puedo juzgarlo por completo. De todos modos, aunque en el primer episodio puede resultar incluso un poco grotesca su actuación, llevandote a pensar si es que le faltan hervores o qué, finalmente te acabas acostumbrando, y te olvidas de que sobreactúa tanto. La verdad es que cae bien, será por lo furby que es xD y las collejas que se come, que son muchas.


La colección de furbys...



Eita, Mine Ryutaro. (Kimi wa Peto, Watter boys...)

A mí me encanta este personaje. Es un chico un poco punk, que toca el violín, pero él a todo quiere meterle un toque rock xD. muy furby él, y un crack tambien. Inolvidable la colleja que le mete Chiaki en el episodio 4 XD (Jooo... hacía tan buena pareja con Chiakiiii xD)



Koide Keisuke, como Okuyama Masumi...

Sí, el afro...en realidad es ASÍ!!!!!!!!!!!! XDDDDDDD (Rookies, Watter Boys, Gokusen 2...) Me parecía injusto no ponerla XDDDD. Pues es un personaje de lo más mariposón, incluso se pone lazos en el afro... xD Está enamorado de Chiaki, y rivaliza con Nodame de las maneras más bakas.



Takenaka Naoto, Franz Strezemann

Este tío... es todo un misterio. Al parecer un famoso director de orquesta, que se presenta en la escuela de música para impartir unas clases magistrales y formar dos orquestas, la A y la S. En fin... poco que deciros, si no quiero spoilerearos. Sólo que... le gusta más ir a clubes de chicas, que hacer su supuesto trabajo.

Mi opinión... creo que ya está clara, eso sí, me la racciono para no acabármela ya, porque me encanta y me envicia XDDDDD Véanla.